Mario Casasús. 01.08.2010
Eduardo del Río (Rius)
MC.- ¿Por qué bautizó su libro: 2010 Ni independencia ni revolución?, ¿era demasiado optimismo llamarlo “Bicentenario para principiantes”?
ER.-Bueno, el título es para justificar el contenido. Traté de llevar varios hilos conductores a lo largo del libro, lo que se volvió un enredijo a la mera hora. Traté de hacer ver que mientras no resolvamos el añejo problema indígena, este país no va a cambiar, ni a mejorar. Otro hilito fue demostrar que ni somos independientes (sería un chiste cruel sostener lo contrario), ni se ha hecho una Revolución digna de ser festejada. Nuestra “Revolufia” duró sólo un sexenio con el General Lázaro Cárdenas, y después se volvió “Robolución”, y hasta la fecha en eso anda la cosa.
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MC.-En diciembre de 1985 “El Metiche” publicó una entrevista con “Rius”, por supuesto hablaron del Mundial de Fútbol México 86; ¿qué opina del “gran evento del Bicentenario”, el partido México vs. España?, ¿qué tipo de conmemoraciones organizó la derecha para una efeméride que le era indiferente?
ER.- No sabía que un partido de fútbol fuera parte de las celebraciones. Eso nos da la medida exacta del pensamiento de nuestra derecha medieval, que no sabe con qué cara celebrar este falso Bicentenario, excepto con eventos macabros como llevar las calaveras de los héroes a no sé dónde ni para qué, o a hacer fiestas de oropel para satisfacer a nuestro globero y fiestero pueblo, que celebra hasta un empate con Haití o las Islas Caimán. Aunque también los gobernantes que se dicen de izquierda, no han pensado nada diferente de fiestas aparentes y monumentos nuevos que no nos sirven ni para un carajo. En la derecha mexicana no tienen ni asomo de vergüenza, tras haber sido los que mataron y vejaron a Hidalgo y Morelos, los que asesinaron tanto a Madero como a Villa, Zapata y Flores Magón, que el PAN esté encabezando unos festejos carísimos y sin ningún provecho para nadie, excepto, claro, para los organizadores y sus cuates escritores, músicos, pintores y escultores. No creo, pues, que haya nada para celebrar.
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ER.- Estos festejos no están calculados para combatir y menos acabar con el racismo. Eso sigue viento en popa. Los organizadores de los grandes festejos son empresarios extranjeros, gringos y franceses sobre todo. Los indios no tienen nada que hacer en las celebraciones. Todavía si se les dieran pases para visitar los museos donde están las preciosísimas obras de arte de sus antepasados, o los dejaran entrar gratis a Teotihuacan, Palenque o Chichen Itzá... ¡Pero ni eso! O que declararan una amnistía general para todos los presos políticos, la mitad de los cuales son indios inocentes. Bueno, soñar no cuesta nada.
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Lo de Evo Morales en Bolivia es la excepción que confirma la regla, en un continente donde los dueños les siguen pagando renta a los invasores de sus tierras. Vuelvo a uno de los hilitos del libro: tenemos que hacerle justicia a los indios o no tenemos ya esperanza como país. Siempre nos han gobernado los enemigos del indio, los conquistadores. Yo no concibo un pueblo que siga sometido a los curas que destruyeron su cultura y su religión. Pero así es la cosa: somos cristianos y guadalupanos. Ya se nos olvidó
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MC.- El 11 de septiembre de 1973 recibió un telegrama con la invitación del gobierno de Salvador Allende para viajar a Santiago de Chile; tengo la impresión de que usted, después de la amarga experiencia dictatorial sudamericana no quiso conocer Buenos Aires, Montevideo,
ER.-Lo que me llegó ese 11 de septiembre fue una carta del Perro Olivares -creo que era el secretario de Allende o algo por el estilo- invitándome a Chile. Años después, tras el NO a Pinochet, me animé a ir a Chile invitado por
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MC.- En más de 125 libros de humor gráfico, ha publicado temas de filosofía, política, historia, ecología, sexología, gastronomía, etcétera; sin embargo no conozco un libro de usted sobre los escritores que admira, a excepción de una historieta en homenaje a “Cien años de soledad” (Proceso, 2007). ¿Por qué no ha dibujado la biografía de ningún escritor?
ER.- El tema de escritores no me entusiasma demasiado para hacer un libro. Participé con mucho gusto en el homenaje de Proceso al Gabo y sus Cien años de soledad, sufriendo bastante porque el tema era difícil. La prueba es que fui el único que hizo una historieta sobre Macondo, mientras los demás se concretaron al cartón clásico. Sin embargo, mi último libro viene a ser una biografía ilustrada con los trabajos de un gran ilustrador del exilio español, José Narro Celorio, prácticamente desconocido en México y más conocido en España. Es un libro serio sin monos míos, que no sé qué recepción tenga entre mis lectores. Pero bueno, yo quiero hacer un homenaje a un dibujante y tratar de subsanar la injusticia que se estaba cometiendo con él.
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MC.- ¿Cuál es el criterio al compilar sus Obras Completas?, ¿por qué ha excluido libros como "Ya te vimos Pinochet"?, ¿es una decisión de sus editores?
ER.- Bueno, el criterio que están usando los editores en lo que se pueden medio llamar mis Obras Completas, es incluir sólo los libros editados por Grijalbo. El de Ya te vimos Pinochet (1974) y otros, no aparecerán en esa colección. Habría que hacer otro con los títulos que no fueron grijalbosos o como se diga.
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MC.-
ER.- Mi trabajo no es para libros de arte. Lo del Museo del Estanquillo sólo fue el catálogo de la exposición: "De San Garabato al Callejón del Cuajo", donde se colaron algunas acuarelas y un seudo-mural. Está por salir un libro que comprende todas las "Casas de Citas" que he hecho para El Chamuco, en las que se puede "admirar" diseños gráficos y collages medio artísticos. En el mejor de los casos, sí consideraría "libros de arte" a los de collage que he hecho: "Con perdón de Doré" y "La mamá del Quijote", que son menos conocidos que otros de mis títulos.
ER.- Pues sí, este año se nos han ido grandes amigos y admirados escritores, como Monsi, Gabriel Vargas, José Saramago, Carlos Montemayor y otros menos conocidos. Pero todos los años pasa lo mismo. Claro, hay que reconocer que lo que hizo Gabriel Vargas por la historieta mexicana, y lo que hizo Monsiváis por la cultura mexicana, no va a tener competencia. Nadie va a repetir la obra de los dos y menos ahora que se avecina -gulp- el fin de nuestra o vuestra civilización.
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MC.- ¿Cuál fue el motivo de su reciente expedición a Oaxaca?, ¿festejar los 70 años del pintor Francisco Toledo?, ¿le gustaría montar una exposición con él?
ER.- Yo considero con múltiples fundamentos que Oaxaca es lo mejor de México, y es el estado donde más se siente uno en el México profundo. Me fui con la familia a gozar de
ER.- A resultas del secuestro que hizo con mi persona el H. Ejército Nacional en 1969, como colita del 68, me ví obligado por órdenes médicas a salir del DF, y lo que me quedaba más cerca y disponible fue Cuernavaca, que no me gusta mucho que digamos. Ya cuando se echó a perder más de lo que estaba, emigré a Tepoztlán, que me gusta mucho, pero que ya empieza a dar señales de decadencia "progresista" por el número de coches que alberga en sus callecitas sin banquetas. Y cuando se eche a perder del todo, tendré que pensar a dónde huir, a algún pueblito en las faldas de “don Goyo Popocatepetl” seguramente. Pero no debo quejarme, pues acá tuve la suerte y el gusto de conocer a Méndez Arceo y trabajar con él, lo mismo que con Iván Illich, María Rosas y otros y otras no-morelenses, pero buenos cuates, a los que no les importa haber nacido o no por estas latitudes. Total: finalmente todos somos seres humanos y a la chingada.
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