viernes, 22 de agosto de 2014

Sueños que alcanzan la realidad

Clara es una niña de ocho años que gusta de fresas con crema, se ocupa de su inactivo pez dorado “Bombita” y se divierte al acompañar a su madre al mercado. En este sitio los colores, los olores y hasta los sabores, son clave en su diversión. Sin embargo, hoy fue una muñeca la que atrapó su atención.

–Mira mamá –dijo Clara con entusiasmo– ¡es una hermosa muñeca, la quiero!
–Para obtener algo debes ser disciplinada y constante –dijo la madre.

Ya en casa, sin dejar de pensar en las palabras de su madre, Clara esperó impaciente la llegada de su padre. Cuando este introdujo la llave en la cerradura de la puerta, Clara ya estaba detrás con los brazos abiertos. El padre la cargo y le dio un beso, antes que regresará al piso, Clara le platicó lo que había pasado en el mercado.

–Muy bien, hija. Veremos si eres capaz de conseguirla tú misma.

Al día siguiente, el mismo sonido de la llave en la cerradura llevó a Clara a recibir a papá. Un cerdito de cerámica fue lo que le llevó como alcancía.

–¡Gracias, papá! –dijo Clara con fervor– ya veraz que sí seré disciplinada y
constante.

Luego de hacer la tarea de ciencias naturales, cenar y lavarse los dientes, se dispuso a dormir. Sueños nunca faltaron por las noches. Esta vez fue uno fantástico. Mientras le daba de comer a su pez, este como de costumbre parecía mandarle besitos pero de su boca salió una moneda al hacer “¡plup!”.

Ya en la escuela, al sacar el cuaderno de matemáticas oyó caer dentro de su mochila, una moneda. Incrédula, esperó llegar a casa para constatar. La sorpresa era real, una moneda había aparecido en su mochila. De inmediato la depositó en su cerdito de cerámica y una nueva sorpresa la dejó con la cara alargada: al caer la moneda, el sonido que escuchó fue como si cayera en agua. Un “cuaz” la dejó alegremente paralizada. Era un sonido lindo y motivador.

Esa misma noche tuvo el mismo sueño de darle de comer a “Bombita” y este darle una moneda al mandarle besitos. Al sacar el cuaderno de tareas, una nueva moneda cayó dentro de su mochila. Otro “cuaz” sonó cuando dejó caer la moneda dentro del cerdito de cerámica.

Transcurrieron varios días con esta dinámica hasta que no volvió a tener aquel sueño, tampoco cayó moneda alguna dentro de su mochila. Al llegar a casa con la cara baja por la tristeza que ello le produjo, fue a buscar su alcancía para calcular lo acumulado. No la encontró pues en su lugar, estaba la muñeca que semanas atrás había visto con su madre en el mercado.

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