
Dejémonos de individualidades, olvidémonos de héroes, aquello que en realidad es menester es lo comunal. Las acciones debieran estar direccionadas al todo, es decir, buscar la satisfacción que el conjunto necesite y no a los deseos de cada individuo ya que esto fomenta y engrandece el ego.
De hecho, cuando se elige una opción es con miras a un bienestar (material) y no –o mínimamente– a una satisfacción espiritual, para no mencionar a una concepción ética. Desgraciadamente esto no es diferente –en la mayoría de los casos– al momento de decidirse por una carrera. Siempre, atrás de nosotros, se encuentra el fantasma de la economía.
Esto no estaría tan mal si se estuviera en una institución privada, de esas que fomentan el liderazgo. Pero como estamos en
Dejemos de lado la concepción de venir a la universidad para prepararse para tener un buen empleo que brinde confort, no, se viene para adquirir conocimientos que sirvan al conjunto, en este caso a la nación mexicana. Además, esto no excluye la constante renovación y búsqueda.
Han pasado casi cien años desde que Justo Sierra pronuncio el discurso que inauguraba
“
Justo Sierra,
22 de septiembre de 1910
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